martes, 17 de noviembre de 2009

TRAVESURAS DE UN GENIO


Era el primer día de un otoño resplandeciente y en las calles de Nueva York hacía un frío que calaba los huesos. Aquel lobby sería testigo del bochornoso hecho entre el novato periodista y García Marquez. Eran las 9.30 am y los nervios lo traicionaban. Sin embargo, esperaba pacientemente sentado.
Después de 2 horas, el veterano Premio Nobel salió del ascensor y caminó hacia la puerta del hotel sin mirar a los lados y con el paso rápido del que no quiere ser descubierto. Iba abrigado con un saco de cachemira negro y, debajo, un suéter deportivo que dejaba ver el cuello de una camisa blanca con rayas negras. Unos diminutos lentes oscuros ocultaban sus ojillos de aceituna negra. Al borde de la puerta se detuvo. El periodista sólo obtuvo como respuesta “espérame, ya vuelvo”.
Gabo se rehúse a dar entrevistas pues piensa que sólo se dan cuando uno tiene algo que decir. Controlando su estado de nervios, el periodista novato se atrevió a decirle “Usted sabe cuál es la misión de un entrevistador. A lo que el genial escritor respondió “Nunca en mi vida he escrito una entrevista. Busque una y si la encuentra tráigala que se la compro”.

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